Todos somos un Pez Tres Ojos. Nos movemos en nuestra pecera rodante. Así vamos por el mundo, campantes. Dos ojos visibles cargamos, para captar los accidentes del mundo. El tercero va escondido, justo en frente del corazón, para que lleguen de esa manera, sin contaminación, las impresiones de realidad que absorbemos de un mundo cada vez más irreal.
No deja de darme, más allá de su sencillez, un leve movimiento en las tripas, seguido por una reacción de cutis de ave, con esa esperanza de que un mundo mejor es posible.
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